martes, 18 de octubre de 2016

Desarrollo Físico y Cognitivo de la Niñez Intermedia (de 6 a 12 años) (Papalia, Wendkos Olds, & Duskin Feldman, 2009)

La tercera infancia comprende desde los 6 hasta los 11 años de edad. En ella, el crecimiento, en consideración con las etapas anteriores, se desacelera notablemente. Aun así, aunque muchas veces no sean evidentes los cambios diarios, estos se suman para crear una gran diferencia entre los niños de seis años de edad y los de 11 años de edad. En esta etapa, de acuerdo con (Ogden, Fryar, Carroll y Flegal, 2004)  citado por (Papalia, et al., 2009), los niños crecen cerca de 5 a 7.5 cm por año y su peso aumenta a casi el doble. Por su parte, (Ogden et al., 2004) citado por (Papalia, et al., 2009), menciona que las niñas retienen un poco más de tejido adiposo que los niños. Al comienzo de esta etapa, los dientes de leche empiezan a caerse, y son reemplazados por los dientes permanentes a una tasa de cerca de cuatro dientes por año a lo largo de los próximos cinco años. Mientras, el desarrollo cerebral durante esta etapa no es tan asombroso como en las etapas anteriores, pero suceden cambios importantes, dentro de los cuales se destaca la pérdida en densidad de la materia gris en ciertas regiones de la corteza cerebral. Este proceso refleja la poda de dendritas no utilizadas, y se encuentra equilibrado por un continuo aumento en materia blanca en los axones que transmiten información entre neuronas a regiones distantes del cerebro, creando conexiones que se ensanchan y mielinizan, empezando por los lóbulos frontales y moviéndose hacia la parte posterior del cerebro. Un marcado crecimiento en las conexiones entre los lóbulos temporal y parietal ocurre entre los seis y 13 años de edad, estas permiten manejar funciones sensoriales, de lenguaje y de comprensión espacial, lo que aumentan la velocidad y eficiencia de los procesos cerebrales. Por otra parte, los neurocientíficos miden el desarrollo cerebral por medio del grosor de la corteza, observando un engrosamiento cortical entre los 5 y los 11 años de edad en los lóbulos temporal y frontal que manejan el lenguaje.
En esta etapa, los niños necesitan comer y dormir el tiempo suficiente y de manera adecuada para poder sustentar su crecimiento continuo y desarrollo cerebral. Por lo general, los niños en esta etapa necesitan consumir 2 400 calorías diarias; más en el caso de niños mayores y menos en el caso de niños más pequeños. Además, los nutricionistas recomiendan una dieta variada que incluya cantidades abundantes de granos, frutas y verduras y niveles elevados de carbohidratos complejos, que se encuentran en las papas, las pastas, el pan y los cereales. Por otra parte, si se quiere evitar problemas de sobrepeso y cardiacos, los niños deberían obtener sólo cerca de 30% de sus calorías totales a partir de las grasas y menos de 10% del total a partir de grasa, y los jugos de frutas y las bebidas endulzadas deberían limitarse a 236 a 354 ml por día.
En cuanto a las habilidades motoras, estas continúan mejorando durante la tercera infancia. A los 6 años de edad, las niñas son mejores en precisión de movimientos, mientras que los niños son mejores en actos de fuerza menos complejos, en ambos sexos se les posibilita lanzar objetos, saltar y correr de manera alternada. A los 7 años de edad pueden mantener el equilibro con un solo pie y sin mirar, pueden caminar sobre barreras de equilibrio de 5 cm de ancho, pueden brincar y saltar con precisión en cuadros de tamaño pequeño, pueden ejecutar ejercicios de saltos abriendo y cerrado brazos y piernas de manera adecuada. A los 8 años de edad pueden ejercer una presión de 5.4 gramos de agarre manual, participan en más juegos, pueden brincar rítmicamente en patrones, las niñas pueden lanzar una pelota pequeña a una distancia de 12 metros. A los 9 años de edad los niños pueden correr una velocidad de 5 m/s, pueden lanzar una pelota a más de 21 metros. A los 10 años de edad pueden juzgar e interceptar el camino de pequeñas pelotas lanzadas a cierta distancia, las niñas pueden correr a una velocidad de 5.18 m/s. a los 11 años de edad pueden realizar un salto de longitud sin impulso de 1.52 metros en el caso de los niños y 1.37 metros en el caso de las niñas. Para el buen desarrollo de todas estas habilidades motrices, es necesario que el niño participe activamente en juegos y deportes, de manera que estimule continuamente su desarrollo psicomotriz.
Desde el enfoque psicométrico, la inteligencia de los niños en esta etapa se puede medir tanto individual como grupalmente. La prueba individual más utilizada es la Escala Wechsler de Inteligencia para Niños (WISC-III). Esta prueba es para niños entre los 6 y 16 años de edad, mide capacidades verbal y de ejecución. Un ejemplo de prueba grupal popular es la Otis-Lennon School Ability Test (OLSAT8), que cuenta con niveles desde jardín de niños hasta doceavo grado. En esta prueba los niños deben clasificar objetos, evidenciar una comprensión de conceptos verbales y numéricos, exhibir sus conocimientos generales y de seguimiento de instrucciones. Dentro de los factores que influyen en la inteligencia se encuentran los genes y desarrollo cerebral, la escolaridad, la raza/origen étnico, la cultura. Por otro lado, críticos afirman que las pruebas subestiman la inteligencia de niños con mala salud o que, por una razón u otra, no se desempeñan bien en pruebas (Anastasi, 1988; Ceci, 1991; Sternberg, 2004) citado por (Papalia, et al., 2009). Debido a que las pruebas tienen límites de tiempo, hacen una equivalencia entre inteligencia y velocidad y penalizan a los niños que trabajan de manera lenta y deliberada. Se ha cuestionado su idoneidad para el diagnóstico de incapacidades para el aprendizaje (Benson, 2003) citado por (Papalia, et al., 2009).
De igual manera, desde el enfoque piagetiano el niño se encuentra en la etapa de las operaciones concretas, aquí puede utilizar operaciones mentales para resolver problemas concretos o tangibles, piensan de manera lógica porque pueden tomar en cuenta diversos aspectos de una misma situación, sin embargo, su pensamiento aún se encuentra limitado a situaciones reales en el presente. En la etapa de las operaciones concretas los niños pueden realizar muchas tareas a un nivel muy superior al que lo hacían en la etapa preoperacional, debido a su mejor comprensión de conceptos espaciales y de causalidad, categorización, razonamiento inductivo y deductivo, conservación y número.
La comprensión del espacio indica que los niños tienen una idea más clara de la distancia que existe entre un sitio y otro y el tiempo que tomará recorrerla, recuerdan con mayor facilidad rutas y puntos de referencia a lo largo del camino. De igual manera sucede con los juicios en cuanto a causa y efecto. La categorización ayuda a los niños a pensar de manera lógica. El razonamiento inductivo parte de una idea particular para explicar o dar una conclusión general, mientras que  el razonamiento deductivo se basa de una afirmación general  para llegar a una idea o conclusión particular. La conservación se refiere a la capacidad de entender que un cuerpo puede cambiar de forma y tamaño sin necesidad de ganar o perder parte de su masa. En cuanto a los número y matemáticas, a comienzos de esta etapa muchos niños pueden contar en la mente, pueden ordenar los números de menor a mayor y de mayor a menor y aprenden a contar hacia adelante.
De modo accesorio, en cuanto al razonamiento moral, Piaget decía que los juicios morales inmaduros se centran sólo en el grado de la ofensa; mientras que los juicios más maduros toman en cuenta la intención. Asimismo, propuso que el razonamiento moral se desarrolla en tres etapas, en las cuales los niños avanzan por ellas de manera gradual a diversas edades. En esta etapa los niños se encuentran en el segundo nivel de moralidad, caracterizados por una creciente flexibilidad mayor interacción con otras personas y contacto con diversos puntos de vista, mayor probabilidad de descartar la idea de que existe una norma única y absoluta de lo correcto e incorrecto, lo que permite desarrollar un sentido propio de justicia, basado en la imparcialidad o en el trato equivalente para todos. Debido a que pueden considerar más de un aspecto en una situación, pueden hacer juicios morales más sutiles, como tomar en cuenta la intención detrás de los comportamientos.
Por otro lado, desde el enfoque del procesamiento de información, a medida que los niños avanzan en su escolaridad, manifiestan un progreso continuo en su capacidad para regular y mantener la atención, procesar y retener información, y planear y supervisar su propio comportamiento. Todos estos sucesos se encuentran interconectados y son fundamentales para la función ejecutiva, el control consciente de pensamientos, emociones y acciones para alcanzar metas o solucionar problema. A medida que sus conocimientos se incrementan, los niños se dan cuenta de los diferentes tipos de información que son más relevantes de atender y recordar, de manera que comprenden más acerca de cómo funciona la memoria y este conocimiento les permite planear y utilizar estrategias o técnicas deliberadas que los ayuden a recordar.
Por lo que se refiere a las capacidades de lenguaje, estas siguen aumentando durante esta etapa. Los niños son más capaces de comprender e interpretar la comunicación oral y escrita y de darse a entender. En el Vocabulario Gramática y Sintaxis utilizan verbos más precisos, las palabras pueden tener más de un significado dependiendo del contexto, utilizan analogías y metáforas, la estructura de las oraciones se hace más compleja y mejora la sintaxis. En la pragmática (conocimiento práctico necesario para utilizar el lenguaje con propósitos comunicativos) incluye habilidades conversacionales y narrativas. En el alfabetismo (aprender a leer y escribir [lecto-escritura]), una vez que los niños pueden descifrar las marcas que aparecen en una página en patrones de sonido y significado, pueden desarrollar estrategias cada vez más sofisticadas para comprender lo que leen. También aprenden que pueden utilizar la palabra escrita para expresar ideas, pensamientos y emociones. Los niños pueden identificar una palabra impresa de dos formas contrastantes. Una se denomina decodificación: el niño vocaliza los sonidos de la palabra, traduciéndola de escritura a habla antes de recuperarla de la memoria de largo plazo. A fin de hacer esto, el niño debe dominar el código fonético que equipara el alfabeto impreso con los sonidos vocalizados. El segundo método es la recuperación de ruta visual: el niño sencillamente ve la palabra y entonces la recupera. Se presenta la metacognición (concienciación de los propios procesos mentales). La adquisición de las habilidades de escritura está vinculada con el desarrollo de la lectura. Se le hace más complicado al niño porque debe tener en mente una variedad de restricciones adicionales: ortografía, puntuación, gramática y reglas para el uso de mayúsculas, así como la tarea física básica de formar las letras. En esta etapa el niño debe estar en la escuela recibiendo una variedad de aprendizaje que le ayuden en su desarrollo del lenguaje.
Cabe resaltar que la relación con la familia y los estilos de crianza infantil pueden afectar la motivación. Los padres deben proporcionan un sitio para que sus hijos estudien y guarden sus libros y materiales; establecer horarios para comidas, sueño y tareas; supervisar la cantidad de tiempo que sus hijos ven televisión y lo que hacen después de clases, y mostrar interés en las vidas de sus hijos hablando con ellos acerca de la escuela y participando en las actividades escolares. Para el buen aprovechamiento de la escolaridad del niño, influyen factores como el nivel socioeconómico, padres económicamente seguros y con altas aspiraciones para sus hijos, padres autoritarios.
Es importante tener en cuenta que aquellos niños con necesidades especiales también deben recibir educación. El retraso mental es un funcionamiento cognitivo significativamente por debajo de la norma. La mayoría de los niños con retraso se pueden beneficiar de la escolarización y programas de intervención.  En cuanto a las incapacidades para el aprendizaje se encuentra la dislexia cómo la más comúnmente diagnosticada entre un gran número de incapacidades para el aprendizaje. Estos trastornos afectan aspectos específicos del aprovechamiento escolar, como la comprensión auditiva, el habla, la lectura, la escritura o matemáticas, lo que ocasiona un desempeño notablemente inferior al que se esperaría en dicha edad, inteligencia y nivel de escolaridad del niño. A menudo, estos niños tienen una inteligencia cercana o superior al promedio, y vista y audición normal, pero parecen tener problemas con el procesamiento de información sensorial. Aunque las causas son inciertas, uno de los factores es el genético, mientras que los factores ambientales pueden implicar complicaciones del embarazo o parto, lesiones después del nacimiento, privación nutricional y exposición al plomo. Estos niños se encuentran menos orientados a las actividades y se distraen con mayor facilidad que los demás niños; son menos organizados como estudiantes y tienen menores probabilidades de utilizar estrategias mnemotécnicas. Por su parte el trastorno por déficit de atención con hiperactividad se ha identificado como el trastorno mental más común de la infancia. Es un padecimiento   crónico comúnmente marcado por la falta de atención persistente, distractibilidad, impulsividad, baja tolerancia a la frustración y grandes cantidades de actividad en el momento y lugar inadecuados, como dentro del salón de clases.
Referencias
Papalia, D., Wendkos Olds, S., & Duskin Feldman, R. (2009). Psicología del desarrollo de la infancia y la adolescencia. México: McGRAW-HILL/INTERAMERICANA EDITORES, S.A.


1 comentario:

  1. El desarrollo cognitivo y físico en esta etapa se encuentra en un periodo crucial; a pesar de que los cambios o el crecimiento que se da en esta etapa no son tan rapidos y notorios como los que se daban en la etapa anterior (la cual abarca entre los 3 y los 6 años de edad) los cambios que se presentan entre los (6 y los 12 años de edad) son sumamente importantes para la adaptación del infante al medio, debido a que como sus habilidades cognitivas crecen y sus habilidades psicomotrices se incrementan (debido al crecimiento del tejido cerebral y las extremidades), logran ser mas independientes en algunos aspectos (no en todos debido a que no cuentan con una madurez cognitiva "completa"). Autores tales como Piaget o Erickson proponen teorías que intentan explicar el porque del comportamiento de los infantes en esta etapa y postulan ciertas características básicas que deben ser tomadas en cuenta al hablar del desarrollo psicomotriz y cognitivo del infante.

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