Aspectos
del desarrollo fisiológico (Papalia, Wendkos & Duskin ,2009).
En la segunda infancia, los niños
se vuelven más delgados y más altos. Necesitan menos sueño que antes y tienen
mayor probabilidad de desarrollar problemas de sueño. Mejoran en su habilidad
para correr, saltar, brincar, impulsarse y arrojar pelotas. También se vuelven
más capaces para atarse las cintas de los zapatos (con moños en lugar de
nudos), dibujar con crayones (sobre papel en lugar de sobre las paredes) y
servirse el cereal (dentro de un tazón, no sobre el piso); asimismo, comienzan
a mostrar preferencia por utilizar la mano derecha o la izquierda.
Crecimiento y
cambio corporal (Papalia,
et.al., 2009).
Los niños crecen rápidamente
entre los tres y seis años de edad, pero con menor velocidad que en la
lactancia y primera infancia. Aproximadamente a los tres años, los niños
comienzan a tomar la apariencia delgada y atlética de la niñez. A medida que se
desarrollan los músculos abdominales, la pancita del infante adquiere firmeza.
El tronco, brazos y piernas se vuelven más largos. La cabeza sigue siendo relativamente
grande, pero las otras partes del cuerpo comienzan a crecer y a adquirir
proporciones cada vez más adultas.
Es típico
que tanto varones como niñas crezcan de 5 a 7.62 centímetros por año durante la
segunda infancia y que aumenten de 1.81 a 2.72 kilogramos de peso anualmente.
La ligera ventaja de varones en cuanto a estatura y peso continúa hasta el
“estirón” de la pubertad.
El crecimiento
musculo esquelético progresa, haciendo que los niños sean más fuertes. El
cartílago se convierte en hueso a una tasa más alta que antes y los huesos se
vuelven más duros, lo cual da al niño una figura más firme y brinda protección
a los órganos inter-nos. Estos cambios, coordinados por el cerebro y el sistema
nervioso aún en maduración, promueven el desarrollo de un amplio rango de
habilidades motoras. El aumento en las capacidades de los sistemas respiratorio
y circulatorio incrementa la energía física, y con el sistema inmunitario en
desarrollo los niños se mantienen más sanos.
Nutrición:
prevención del sobrepeso (Papalia,
et.al., 2009).
Al nivel
mundial, se estima que 22 millones de niños menores a cinco años son obesos
(Belizzi, 2002). Luego de la difusión de alimentos chatarra a través de los
países en desarrollo, hasta 20 a 25% de los niños de cuatro años en algunos
países como Egipto, Marruecos y Zambia tienen sobrepeso o son obesos —una
mayor proporción que de niños con desnutrición—. La tendencia a la obesidad
puede ser hereditaria, pero los principales factores que impulsan este
incremento de obesidad son ambientales
(AAP,
2004). El aumento excesivo de peso depende de la ingesta calórica y de la falta
de ejercicio (AAP, Committee on Nutrition, 2003). A medida que el crecimiento
se vuelve más lento, los preescolares requieren menos calorías en proporción a
su peso de las que necesitaban antes.
A medida
que los niños atraviesan por el periodo preescolar, sus patrones de
alimentación tienen mayor influencia del ambiente. En tanto que los niños de
tres años comen nada más hasta satisfacerse, los niños de cinco años comen más cuando
se les coloca en frente una porción más grande. Por consiguiente, una clave para
la prevención de la obesidad quizá sea asegurarse de que los preescolares de
más edad reciban porciones apropiadas (Rolls et al., 2000). Los
preescolares a los que se permite comer cuando tienen hambre y no se les
presiona a comer todo lo que se les sirve, tienen mayor probabilidad de regular
su ingesta calórica que los niños a los que se alimenta de acuerdo con un
horario (S. L. Johnson y Birch, 1994). Sin embargo, los niños varían en su
capacidad para reconocer las señales internas de hambre y satisfacción, y quizá
les influya lo que sus padres comen.
Aquello
que comen los niños es tan importante como la
cantidad de lo que comen.
Para
evitar el sobrepeso y prevenir los problemas cardiacos, los niños pequeños
deberían recibir sólo cerca de 30% de sus calorías totales de la grasa, y no más
de un tercio de las calorías grasas deberían provenir de grasas saturadas.
La
prevención del sobrepeso en los primeros años, cuando por lo general comienza
el aumento excesivo de peso, resulta esencial; el éxito a largo plazo del
tratamiento, en especial cuando se demora, es limitado (AAP Committee on
Nutrition, 2003; Quattrin, Liu,
Shaw,
Shine y Chiang, 2005). Los niños con sobrepeso, en especial aquellos con padres
que también sufren sobrepeso, tienden a convertirse en adultos obesos (AAP
Committee in Nutrition, 2003; Whitaker et al., 1997) y el exceso en masa
corporal es una amenaza para la salud. La segunda infancia es un buen momento para
tratar el sobrepeso, cuando la dieta del niño aún está sometida a la influencia
o control parental (Quattrin et al., 2005; Whitaker et al.,
1997).
Muy poco ejercicio y demasiada
actividad sedentaria son factores importantes en el sobrepeso. Los estudios
encontraron que cada hora de televisión que ven los niños preescolares aumenta
el riesgo de sobrepeso y tener un televisor en la habitación del niño aumenta todavía
más este riesgo (Dennison, Erb y Jenkins, 2002). En un estudio longitudinal con
8 158 niños estadounidenses nacidos en 1970 (Viner y Cole, 2005), cerca de 40%
veía tres horas o más de televisión diariamente a los cinco años de edad; cada
hora adicional de televisión por arriba de las dos horas aumentó en 7% la probabilidad
de obesidad a los 30 años.
Desnutrición
Cerca de la mitad (46%) de los
niños pequeños en el sur de Asia, 30% en África por debajo del Sahara, 8% en
Latinoamérica y el Caribe, y 27% a nivel mundial tienen subpeso moderado o
grave (UNICEF, 2002). La subnutrición es una causa subyacente de más de la mitad
de todas las muertes antes de los cinco años de edad (Bryce, Boschi-Pinto,
Shibuya, Black y Child Health Epidemiology Reference Group de la OMS, 2005).
Incluso en Estados Unidos, 19% de los niños menores a 18 años vivían en hogares
con falta de alimentos en 2004 (Federal Interagency Forum on Child and Family
Statistics, 2006).
Debido a que los niños
subnutridos por lo general viven en circunstancias de privación extrema, los
efectos específicos de la desnutrición quizá sean difíciles de determinar. Sin
embargo, en conjunto, estas privaciones pueden afectar negativamente no sólo el
crecimiento y bienestar físico, sino también el desarrollo cognitivo y
psicosocial. Lo que es más, es posible que los efectos cognitivos de la
desnutrición sean de larga duración.
Los efectos de la desnutrición
sobre el crecimiento se pueden revertir en gran medida con una mejoría en la
dieta (Lewit y Kerrebrock, 1997), pero los tratamientos más eficaces van más
allá de la atención física.
Es posible que la educación
temprana ayude a contrarrestar los efectos de la subnutrición
Salud bucal (Papalia,
et.al., 2009).
Para los tres años de edad, ya
brotaron todos los dientes primarios, o temporales, y están en desarrollo los
dientes permanentes, que aparecerán alrededor de los seis años. De este modo,
normalmente los padres pueden ignorar, con cierta seguridad, el hábito común de
chuparse el dedo en niños menores a cuatro años. Si los niños dejan de chuparse
el dedo para esa edad, es probable que sus dientes permanentes no sufran
afectación (Herrmann y Roberts, 1987; Umberger y Van Reenen, 1995).
El uso de flúor y una mejor
atención dental han reducido de manera sobresaliente la frecuencia de deterioro
dental desde la década de 1970; sin embargo, los niños que viven en situación
de desventaja siguen teniendo más caries sin tratar que otros niños (Bloom, Cohen,
Vickerie y Wondimu, 2003; Brown, Wall y Lazar, 2000). Con frecuencia, el
deterioro dental en la segunda infancia se debe al consumo excesivo de leche y
jugos endulzados durante la lactancia, junto con una falta de cuidado dental
regular.
Patrones y
problemas de sueño (Papalia,
et.al., 2009).
Los patrones de sueño cambian
durante los años de crecimiento (Iglowstein, Jenni, Molinari y Largo, 2003;
figura 9-1) y la segunda infancia tiene sus propios ritmos distintivos. En
general, los pequeños duermen de manera más profunda durante la noche de lo que
dormirán posteriormente en la vida. La mayoría de los niños estadounidenses
promedian cerca de 11 horas de sueño por noche a los cuatro años de edad y
dejan las siestas diurnas (Hoban, 2004). En algunas otras culturas pueden
variar los horarios de sueño.
El momento de ir a la cama puede
provocar un tipo de ansiedad de separación y es posible que el niño haga todo
lo posible para evitarlo. Los niños pequeños quizá desarrollen rutinas
elaboradas para demorar el momento de retirarse a su habitación y es posible que
les tome más tiempo que antes conciliar el sueño.
Las rutinas regulares y consistentes
de sueño pueden ayudar a minimizar estos problemas. Los niños pequeños que están
acostumbrados a ir a dormir mientras se les alimenta o mece pueden tener
dificultades para conciliar el sueño por sí solos (Hoban, 2004). Es probable
que los niños quieran que una luz permanezca prendida y dormir con un juguete o
cobija favoritos. Tales objetos de transición, que se utilizan
repetidamente como compañeros para dormir, ayudan al niño a pasar de la
dependencia de la lactancia a la independencia de la niñez posterior.
Alteraciones
y trastornos del sueño (Papalia,
et.al., 2009).
Cerca de uno de cada 10 padres o
cuidadores de preescolares dicen que sus niños tienen un problema de sueño
(National Sleep Foundation, 2004). Las alteraciones del sueño pueden ser
producto de la activación accidental del sistema de control motor del cerebro (Hobson
y Silvestri, 1999) o de una excitación incompleta del sueño profundo (Hoban, 2004)
o quizá sean activadas por trastornos en la respiración o movimientos intranquilos
de las piernas (Guilleminault, Palombini, Pelayo y Chervin, 2003). Estas
perturbaciones tienden a ocurrir comúnmente en familias (AACAP, 1997; Hobson y
Silvestri, 1999; Hoban, 2004). En la mayoría de los casos son ocasionales y por
lo general desaparecen con el crecimiento. Los problemas persistentes de sueño
pueden ser indicación de un trastorno emocional, fisiológico o neurológico que
necesita examinarse.
Un niño que experimenta terror
en sueños (o nocturno) parece despertar en forma abrupta del sueño
profundo y en estado de agitación al principio de la noche. Es posible que
grite y se siente en la cama, respire de manera agitada y mantenga la mirada
fija o que se mueva violentamente. En realidad no está despierto, se
tranquiliza con rapidez y a la mañana siguiente no recuerda nada sobre el
episodio. Los terrores nocturnos ocurren con más frecuencia entre los tres y 13
años de edad (Laberge, Tremblay, Vitato y Montplaisir, 2000) y afectan más a
los varones que a las niñas (AACAP, 1997; Hobson y Silvestri, 1999).
Caminar y hablar durante el sueño
es bastante común en la segunda y tercera infancia. Aunque el sonambulismo en
sí no es peligroso, los sonámbulos pueden correr el peligro de lastimarse
(AACAP, 1997; Hoban, 2004; Vgontzas y Kales, 1999). Sin embargo, es mejor no
interrumpir el sonambulismo o los terrores nocturnos, ya que las interrupciones
pueden confundir y atemorizar más al niño (Hoban, 2004; Vgontzas y Kales,
1999).
Las pesadillas son comunes
durante la segunda infancia (Smedje, Broman y Hetta, 1999). En general, ocurren
hacia la mañana y a menudo son producidas por quedarse despierto hasta muy
tarde, tener una fuerte cena cerca del momento de ir a dormir o por el exceso
de emoción; por ejemplo, por ver un programa televisivo demasiado estimulante, ver
una película de terror o escuchar un cuento atemorizante (Vgontzas y Kales, 1999).
Una pesadilla ocasional no es motivo de alarma, pero las pesadillas frecuentes
y persistentes, en especial aquellas que causan temor o ansiedad al niño
durante las horas de vigilia, pueden ser indicación de estrés excesivo (Hoban,
2004).
Enuresis (Papalia,
et.al., 2009).
La enuresis nocturna, que
es la micción repetida e involuntaria durante la noche en niños de edad
suficiente para que se espere que tengan control de esfínteres, no es inusual.
Cerca de 10 a 15% de los niños de cinco años, con mayor frecuencia los varones,
presentan enuresis nocturna de manera regular, quizá cuando están profundamente
dormidos. Más de la mitad dejan de presentarla para la edad de ocho años sin
ayuda especial (Community Pediatrics Committee, 2005).
Los niños en edad preescolar
normalmente reconocen la sensación de plenitud en la vejiga mientras están
dormidos y se despiertan para ir al baño. Los niños que presentan enuresis no
han logrado aún esta conciencia. Menos de 1% de los niños con enuresis tienen un
trastorno físico, aunque es posible que tengan una menor capacidad en la
vejiga. Tampoco la enuresis nocturna persistente es principalmente una señal de
problemas emocionales, mentales o conductuales —aunque es posible que tales
problemas se desarrollen por la forma en que tratan a estos niños sus
compañeros de juegos y su familia— (Community Pediatrics Committee, 2005;
National Enuresis Society, 1995; Schmitt, 1997).
La enuresis nocturna es un
problema que se presenta en las familias. Cerca de 75% de los niños con
enuresis tienen un familiar cercano que también se orina en la cama y los
gemelos idénticos son más concordantes en este problema que los gemelos
fraternos (APA, 1994; Fergusson, Horwood y Shannon, 1986). El descubrimiento
del sitio aproximado de un gen vinculado con la enuresis nocturna (Eiberg, 1995;
Eiberg, Berendt y Mohr, 1995) indica a la herencia como uno de los principales
factores, posiblemente en combinación con la maduración motora lenta, las
alergias o el control conductual deficiente (Goleman, 1995). El gen no parece
explicar la enuresis ocasional. Muchos niños que se orinan en la cama carecen
de una hormona antidiurética, que concentra la orina durante el sueño.
Como resultado, producen más
orina de la que pueden tolerar sus vejigas (National Enuresis Society, 1995).
Los niños y sus padres deben
tranquilizarse, ya que la enuresis nocturna es común y no es grave. No debe
culparse al niño ni castigársele. En general, los padres no necesitan hacer
nada, a menos de que a los niños les perturbe el problema. La enuresis que
persiste más allá de los ocho o 10 años de edad puede indicar un autoconcepto
pobre u otros problemas psicológicos (Community Pedriatics Committee, 2005).
Desarrollo
motor (Papalia,
et.al., 2009).
Habilidades
motoras gruesas y finas (Papalia,
et.al., 2009).
Las
habilidades motoras no se desarrollan de manera aislada. Las habilidades que surgen
en la segunda infancia se forman sobre los logros de la lactancia y primera
infancia. Los desarrollos en las áreas sensoriales y motoras de la corteza
cerebral permiten mejor coordinación entre lo que los niños quieren hacer y lo
que pueden hacer. Sus huesos y músculos son más fuertes y su capacidad muscular
es mayor; esto los posibilita a que corran, salten y suban más lejos, rápido y
mejor. A medida que los cuerpos de los niños cambian, y les permiten hacer más,
integran sus nuevas habilidades a las adquiridas antes dentro de sistemas de
acción, que producen capacidades aún más complejas.
Las habilidades motoras gruesas
que se desarrollaron durante la segunda infancia son la base para los deportes,
la danza y otras actividades que comienzan durante la niñez intermedia y que
pueden continuar por el resto de la vida. Sin embargo, los niños menores de
seis años rara vez están listos para formar parte de cualquier deporte organizado.
Sólo 20% de los niños de cuatro años pueden lanzar bien una pelota y sólo 30%
pueden cachar bien (AAP Committee on Sports Medicine and Fitness, 1992).
Los niños pequeños se desarrollan
mejor en el aspecto físico cuando pueden estar activos a un nivel madurativo
apropiado en juego libre no estructurado. Los padres y maestros pueden ayudar
ofreciendo a los niños pequeños la oportunidad de subirse y saltar en equipos
seguros y del tamaño apropiado; proporcionando pelotas y otros juguetes de
tamaño suficiente para que los tomen con facilidad y que sean suficientemente
suaves para no ser peligrosos, y ofreciendo asistencia amable cuando el niño
parezca requerir ayuda.
Las mejorías en habilidades
motoras finas, como atarse las cintas de los zapatos y cortar con tijeras,
permiten que los niños pequeños asuman la responsabilidad de su cuidado personal.
Desarrollo
artístico (Papalia,
et.al., 2009).
Los niños de dos años garabatean
y sus garabatos no son aleatorios. Kellogg identificó
20 garabatos básicos, como líneas
verticales y en zigzag, y 17 patrones de colocación de los garabatos sobre el
papel que aparecen para los dos años. Para la edad de tres años comienza la
etapa de figuras. Ahora el niño dibuja en seis figuras básicas:
círculos, cuadrados o rectángulos, triángulos, cruces, X y formas extrañas. Rápidamente,
los niños avanzan a la etapa del diseño, en la que combinan dos figuras
básicas en un patrón abstracto más complejo. La mayoría de los niños entran a
la etapa pictórica entre los cuatro y cinco años.
Kellogg considera que el viraje
de la abstracción a la representación durante la etapa pictórica posterior es
un cambio fundamental en el propósito del dibujo infantil. A menudo, bajo la “guía” de los adultos, los niños
comienzan a buscar un retrato realista y pierden su preocupación con la forma y
el diseño, que son los elementos primarios del arte (Kellogg, 1970).
Lateralidad (Papalia,
et.al., 2009).
La lateralidad, la
preferencia por el uso de una mano en lugar de otra, por lo general es evidente
para los tres años de edad. Debido a que el hemisferio izquierdo del cerebro,
que controla el lado derecho del cuerpo, es el dominante, la mayoría de las
personas favorecen su lado derecho. En los individuos cuyo cerebro es menos asimétrico,
el hemisferio derecho tiende a dominar, lo cual les hace ser zurdos. La lateralidad
no siempre es evidente; no todos prefieren una mano para todas las tareas. Los
varones tienen mayor probabilidad de ser zurdos que las niñas.
Salud
y seguridad (Papalia,
et.al., 2009).
Principales
riesgos de salud y seguridad para niños de
3 a 6 años (Papalia,
et.al., 2009).
- Aunque en la actualidad las principales enfermedades contagiosas son poco comunes en los países industrializados debido a las extendidas prácticas de vacunación, las enfermedades previsibles continúan siendo uno de los principales problemas en los países emergentes.
- Las enfermedades menores, como resfriados y otras enfermedades respiratorias, son comunes durante la segunda infancia y ayudan a formar inmunidad contra la enfermedad.
- Los accidentes, en especial aquellos causados por vehículos automotores, son la principal causa de muerte infantil en Estados Unidos. La mayoría de los accidentes no vehiculares mortales ocurren en el hogar.
- Los factores ambientales como la exposición a enfermedades, tabaquismo, pobreza e indigencia aumentan el riesgo de enfermedad y lesiones. El envenenamiento por plomo puede tener graves efectos físicos, cognitivos y conductuales.
DESARROLLO COGNITIVO (Papalia, et.al., 2009).
Imagen tomada de: (Papalia, et.al., 2009).
Enfoque piagetiano: El niño preoperacional (Papalia, et.al., 2009).
Imagen tomada de: (Papalia, et.al., 2009).
Enfoque piagetiano: El niño preoperacional (Papalia, et.al., 2009).
¿Cuáles son los avances
cognitivos y los aspectos inmaduros típicos del pensamiento de los niños
preescolares?
- En la etapa preoperacional los niños muestran varios avances importantes, así como algunos aspectos inmaduros de pensamiento.
- La función simbólica permite que los niños reflexionen acerca de personas, objetos y eventos que no se encuentran físicamente presentes. Esto se muestra en la imitación diferida, juego simulado y lenguaje.
- El desarrollo simbólico temprano ayuda a los niños preoperacionales a hacer juicios más certeros acerca de las relaciones espaciales. Pueden comprender el concepto de identidad, vincular causas y efectos, categorizar objetos vivientes y no vivientes, y comprender los principios del conteo.
- La centración evita que los niños preoperacionales comprendan los principios de conservación, que se desarrollan de manera gradual durante la tercera infancia. La lógica preoperacional también se ve limitada por la irreversibilidad y por un enfoque en estados más que en transformaciones.
- Los niños preoperacionales parecen ser menos egocéntricos de lo que Piaget pensaba; ellos (y los niños aún más jóvenes) son capaces de sentir empatía.
- La teoría de la mente, que se desarrolla con intensidad entre los tres y cinco años de edad, incluye la concienciación de los propios procesos de pensamiento, cognición social, comprensión de que las personas pueden tener creencias falsas, la capacidad de engañar, la capacidad de distinguir entre apariencia y realidad, y la capacidad para distinguir entre fantasía y realidad. Las influencias hereditarias y ambientales afectan las diferencias individuales en el desarrollo de la teoría de la mente.
Imagen tomada de: (Papalia, et.al., 2009).
Desarrollo del
lenguaje (Papalia, et.al., 2009).
• Durante la segunda infancia, el
vocabulario aumenta de manera importante y la gramática y la sintaxis se
sofistican a buen grado. Los niños se vuelven más competentes en pragmática.
• El habla privada es normal y
común; puede ayudar en el cambio a la autorregulación y por lo general
desaparece para los 10 años de edad.
• Las causas para las demoras en
el desarrollo del lenguaje son poco claras. Si no se proporciona tratamiento,
las demoras del lenguaje pueden tener graves consecuencias cognitivas, sociales
y emocionales.
• La interacción con los adultos
puede promover el alfabetismo emergente.
Educación en la
segunda infancia (Papalia, et.al., 2009).
• Las metas de la educación
preescolar varían en diversas culturas. Desde la década de 1970, el contenido
académico de los programas educativos para la segunda infancia aumentó en
Estados Unidos.
• Los programas preescolares
educativos tienen resultados positivos, pero en general, los participantes no
han alcanzado el desempeño de los niños de clase media. Los programas compensatorios
que se inician de manera temprana y que se extienden durante los primeros años
de la educación primaria tienen mejores resultados a largo plazo.
• En la actualidad, muchos
alumnos asisten al jardín de niños de día completo. El éxito en el jardín de
niños depende en parte de la adaptación social y emocional y de la preparación preescolar.
Referencias
Papalia, D., Wendkos Olds, S., & Duskin Feldman, R. (2009). Psicología del desarrollo de la infancia y la adolescencia. México: McGRAW-HILL/INTERAMERICANA EDITORES, S.A.
ResponderEliminarTeniendo en cuenta lo expuesto por Papalia, Wendkos & Duskin ,2009 en su libro psicología del desarrollo, podemos afirmar que la niñez temprana es una etapa crucial e importante en el desarrollo del menor, en la cual este continua su desarrollo físico, cognitivo y psicosocial, el cual muestra los avances que les van a llevar a obtener las habilidades que este va a necesitar más adelante y que le facilitaran y permitirán llevar una vida normal. Por otro lado también se exponen temas de importancia tales como la nutrición y la salud de la niñez, estos dos aspectos según Papalia, Et. Al, 2009 son de suma importancia puesto que de estos depende en gran parte que se dé un buen desarrollo de todas las habilidades motrices, cognitivas y psicosociales.